El reservista come ensalada de anchoas
mientras nos habla de su mujer enferma;
las mijas sembradas por la mesa
delatan lo feliz que sería
si regresase buena.
Los obuses, a medianoche, tienen la tonta manía
de interrumpir los sueños justo en lo mejor.
En el último, un divertido pez espada
paseaba triste por Montmartre
preguntando por la chaquetita de Erik Satie.
Mi novia me escribe frases apasionadas
llenas de faltas de ortografía, es un cielo.
Cuando todo termine,
por esto y por su carita dulce,
me casaré con ella
en una iglesia de torres muy altas.
Los capitanes nos hacen cavar
trincheras antisépticas,
pero los muchachos
dejamos las fuerzas para el combate,
y nos las arreglamos
ensuciando lo menos posible.
(Las manchas de sangre están prohibidas)
En fin....
Quien más quien menos
aquí andamos todos tarados.
Pero me resisto a echar la culpa al enemigo
de la roña de las putas de pueblo,
y de las guardias de invierno tan frías.
Ya veremos.