Fernandotorres

1914

El reservista come ensalada de anchoas

mientras nos habla de su mujer enferma;

las mijas sembradas por la mesa

delatan lo feliz que sería

si regresase buena.


Los obuses, a medianoche, tienen la tonta manía

de interrumpir los sueños justo en lo mejor.

En el último, un divertido pez espada

paseaba triste por Montmartre 

preguntando por la chaquetita de Erik Satie.


Mi novia me escribe frases apasionadas

llenas de faltas de ortografía, es un cielo.

Cuando todo termine,

por esto y por su carita dulce,

me casaré con ella

en una iglesia de torres muy altas.


Los capitanes nos hacen cavar

trincheras antisépticas,

pero los muchachos

dejamos las fuerzas para el combate,

y nos las arreglamos 

ensuciando lo menos posible.

(Las manchas de sangre están prohibidas)


En fin....

Quien más quien menos 

aquí andamos todos tarados.

Pero me resisto a echar la culpa al enemigo

de la roña de las putas de pueblo,

y de las guardias de invierno tan frías.

Ya veremos.