Alguien –no sé quién- abrió
la caja de los sueños indefinidos
y las luces inundaron todos los lugares
habidos y por haber.
Creo que hubo un fuerte grito
entre los lejanos montes
y una insignia de amor perdurable
en los corazones de las personas
venidas a menos.
Muchas personas se sintieron
libres como la libertad;
y agradable fue observar
un camino diferente,
una grata ruta hacia la felicidad
que habita en nuestro interior.