Lamento interrumpir en tus pensamientos,
en esta vida almibarada que hoy presumes,
sobre las cenizas de un sufrimiento,
que en las llamas de tu desprecio lo consumes.
Lamento traicionar el pacto del olvido,
que juré respetarte con tu partida,
pero el fantasma del amor no correspondido,
hoy deambula en las noches de mi vida.
Perdón, pero yo no te invoqué ni te llamé,
para que me dieras en la madre este día,
para vivir, mujer, yo no te amé,
sino para darle un jamás a la despedida.
Si acaso mis recuerdos te han invadido,
no es culpa mía por haberte amado tanto,
lamento decirte que el tiempo ha podido,
ya no necesitarte y borrar mi llanto.