Era como el vuelo de un pájaro, libre y amante de la naturaleza
Rebelde como un cervatillo, y arrogante como colibrí, contradictorio y sencillo
Maduro, como un racimo de uvas silvestres, acido con rico sabor amor
Inteligente y sabio, honesto y elocuente con el mismo, y con los demás
A veces se contradecía, con lo que quería y pensaba era como un niño.
Se escondía en sí mismo, le daba rabia las injusticias de toda índole,
Tenía pasiones escandalosas he inmorales, y eso lo hacia controversial.
Sentía que medio vivía, en sus desdichas y masticaba sus soledades.
No era a cabalidad, tan noble cómo le hubiera gustado ser, el mismo se estorbaba
Tenía sus manías, y eso le traía problemas existenciales y se contradecía
Tenía complejo de niño abandonado por la sociedad, y por su descendencia.
Lo que no era ningún complejo, era su edad, se sentía irresistible y conquistador.
No había una noche que no llorara el abandono y soledad en que vivía.
De todo, de la vida, de sus sueños y de sus anhelos que no se concretaban
Se perdía en su mente y se decía existencialista y, perdía el rumbo de lo que quería
Por qué no se encontraba contento en ninguna parte, ni con el mismo.
Viajaba cuanto le venía en gana, a dónde fuera, él, se iba no tenía que avisar
Amanecía en un lado, y anochecía en otro, pero nunca dejaba de escribir poesía.
Y en cada poesía, trasmitía lo que realmente sentía y pensaba -amaba la poesía-
Sus sonetos, prosas y poesías, reflejaban la necesidad de amor que tenía.
Para él que vivió sin estar, era su compañía una banca del parque, siempre solitario
A ella, contaba su dolor y sufrimiento por estar solo y vivir solo. -Uno que otro amigo-
Tenía familia pero cómo si no la tuviera, se alejó de ella, o ellos se alejaron de él,
Lo único que lo hacía feliz, era estar frente a su ordenador, escribiendo poesía de amor.
Con su vida difícil, un día se enamoró y amo mucho y fue muy amado –sin unirse-
Veía por su cancela, un rio crecido y era como reflejo de su vida atormentada por la soledad
Porque el río iba con furia, con fuerza, y para él, era su llanto de impotencia.
Por no estar donde él quería, y no tener lo que él quería. Se fue sin estar a gusto con el mismo.
Alicia Pérez Hernández
-No es la pluma la que escribe es el alma-
A ratos (con mi dulce Ali)
A ratos muerdo la felicidad,
a ratos odio la vida,
a ratos amo el jardín de las flores,
a ratos detesto las diademas del camino,
a ratos ardo en fiebres de florilegio,
a ratos camino cabizbajo:
me aíslo, me voy al vacío,
paladeo tus versos de amor.
A ratos vivir en el desierto quiero,
a ratos el oasis me entra la placidez del placer,
a ratos aborrezco la estampa del escaparate,
a ratos me alegro, me alegro, me alegro,
me transformo en el ser maravilloso
que a tu lado camina.... ali
A ratos, una lágrima;
a ratos, un cantar;
a ratos, un baile de Salón contigo
-vestida, tú, de rojo, enlazada a mis brazos-.
A ratos, locura: soy y no soy, pienso y no pienso.
A ratos pláceme mirar las estrellas de la noche;
a ratos, la miel y el acíbar,
a ratos ¿quién soy?, ¿quién? ¿Amor para ali?
-ojos negros, manantial de agua viva-.
A ratos soy vida, sin no soy...
a ratos un errante vagabundo
que pone flores en tu ventana,
un amor que entra en tu alcoba;
a ratos, desesperación- por tenerte en mis brazos-
que se hace poesía para regocijo de tus sentidos.
A ratos, ángel y bruto, drama viviente.
A ratos, un momento que fui,
otro momento que no seré;
a ratos, lo que piensas,
a ratos soy lo que es -paradójico-.
A ratos, sí y no
-luz y tinieblas me invaden-
Sin ti Alicia… no soy nada.
Salvador 12- 7- 12- Úbeda