Los náufragos han de luchar contra la tempestad, no pueden dejarse vencer. Cuando llegan a una orilla se convierten en sobrevivientes. Deben ingeniárselas para vivir. Han de tener inventiva y ser lúcidos, astutos. De otra manera la realidad del entorno acabaría con ellos. Todos hemos visto películas de naufragios. Finalmente, la mayoría de los náufragos suelen ser rescatados. Luego de un acomodamiento retoman su vida pasada, su vida normal. Pero ese tiempo transcurrido entre subir al barco, resistir la evacuación, sobrevivir y retomar una vida no es para todos. Podría decirse que son cuatro etapas. Algunas personas, por más que se lo propongan, no llegan al primer estadío. Otros perecen en la segunda o tercera fase. Y los menos logran el regreso. Hoy estuve tratando de homologar esas instancias a mi vida. Son pasos claros, bien definidos. Pero me revolqué por la realidad y ahora estoy decaída. Me pregunté si hay necesidad de tanta exposición, existiendo medios como el avión, el tren, el bus. De hecho estoy decidida: no subo más a ningún tipo de embarcación.