En tu boca radiosa
y mi cama vacía
un esmero de velas
del desdén, plena agonía...
En el umbral del canto
hombreamos la savia fría
para romper el halo
sin prisa, y con fantasía...
Hasta el techo de algodones
rugió en la espalda mía
al tomarte como helado
entre tangos y selva impía...
Como látigo y sin sombra
a tientas, con valentía
burlar ese trazo fino
ser el hampa de esa valía...
Sin emperos, con rigor
amar la trama y la vía
para el día en que cesemos
yo en tu luna y tú en espía...
Mi casa, de noche, Buenos Aires, octubre 2013