Donaciano Bueno

Historia de un cántaro

Óyeme, Manuel, alguien me ha dicho

que tú mañana a Aranda piensas ir,

y si no es molestia quisierate pedir

un favor personal, no es un capricho.

 

Que un cántaro de barro necesito

de los que venden en el centro del ferial.

Cuando vengas te lo pago, soy formal,

y a una copa en el bar yo a ti te invito.

 

Cuenta la historia y esto juro que es real

que el susodicho encargo no se hizo

y cuando el demandante inquirió preciso

se escuchó una carcajada general.

 

Amigo, el cántaro a mi se me rompió,

en el camino y allí quedó hecho trizas,

lo lamento, pues fue que con las prisas

de mis manos hasta el suelo resbaló.

 

Menos mal que el dinero no te di

replicó el inquisidor con aspavientos

pues de haberlo hecho ya en ese momento

¡adiós al cántaro y al dinero tararí!

 

Menos mal que traerlo nunca lo pensé,

pues los riesgos valoré de haber traido

y escaldado, de la vida he aprendido

que nunca debo confiar en quien fié.