PEDACITO DE CIELO
Me quedaste grande y entiendo que por eso te tuviste que marchar,
Por poco sigo errando y pensando que era todo lo opuesto,
y agradezco aunque tarde, este despertar.
En mi cerrado egoísmo, con objetos de todo tipo quise compensar mi falta de afecto,
Y al afecto que tu me dabas sin nada a cambio,
Hoy con mis objetos obsoletos no puedo comprar.
Debí ser más cuidadoso, mirar dentro de tus dulces ojitos vidriosos,
Y ver que ese cristal estaba apunto de romperse,
Pero ignoré señales sin darme cuenta que al romperte;
una vez lograda la conciencia de tu grandeza,
detrás de ti me rompería doblemente.
Tú eres muy dulce, y aprendiste de un amor sin egoísmo;
Para ti el ver a nuestros hijos divertirse es lo primordial,
Mientras yo hacía cálculos para ver si el dinero alcanzaba para disfrutar.
No te llego ni a los tacos, y por querer aprisionarte,
No me quedé ni con tus zapatos.
Hoy mis hijos me recuerdan que lo único que tengo es en ellos un trozo de tu esencia;
El dolor impreso en nuestra descendencia, y menos pero aún muy importante,
El dolor de haberte perdido.
Hoy de ser necesario, ruego a dios eternamente...
Que perdone mis errores,
Y permita brotar en ti nuevamente, tu dulce amor, mi pedacito de cielo.
Amilcar Cuenca.