chrix
Tus ojos, silencio mio.
Una noche...
Fue el crujido de mis lágrimas quebrándose entre mis dedos,
el braceo musical en alas de un ave herido,
me volví cuerda de algún instrumento atribulando al silencio,
cuando callas me vuelvo tantas cosas que ya me olvido.
Una mañana…
Fui rocío tallado en pétalos de flor,
medrando aletargado sobre el ápice de tu boca,
sosteniendo el pulso de un muelle caído sobre la danza de las olas,
brotando en espuma sobre la orilla que desboca,
Otras tantas fui desierto….
dunas nocturnas sosteniéndome en tentáculos de un espejismo,
brotando del vientre de un cactus el milagro de tus lejanos ojos,
doliéndome cada espina de distancia sembradas en un seísmo.
¡Pero hoy te recordé!
oasis al final de un laberinto de ecos,
mis desprendidos latidos, hojas regando sus segundos
sobre la vereda de tu encuentro,
el filo de tu voz cortando los nudos de letargo,
la esfera de tu mirada regalándome sus astros,
desvencijando mis miedos de respirarte viva.
La savia de tus poemas singlando en el tremolar de mis venas.
La arcilla desmayada en la horma de mi pecho, para la escultura,
el templo, donde adorarte hasta el llanto.
Cuando callas, me pierdo en cosas que ni yo mismo entiendo,
se hace trizas el horizonte montado a un quebrado espejo,
pero apareces silenciosa y todo se une otra vez, con un simple “te quiero”.