Qué manera de labrar y qué prudente
Pues no le causa dolor cincel a piedra
Ni lastima el pudor que ella le entrega
Al dejarse tocar tan insistente.
Que divina empatía se declara
En esta seducción, de tal manera
Que da a la luz la imagen que ella espera
Y que aún concluida no se acaba.
Pues se sigue admirando en la figura
Que se forjara desde el primer intento
En que se dio natural y a la segura.
Y como un ángel que se mueve con soltura
Su mano fue labrándole su cuerpo
Y con toque final la reconoció escultura.