Mi Mujer
Me gusta imaginarte,
y no me niego el hacerlo,
y aunque suelo verte a veces,
mi mente juega con el recuerdo
...¡de cómo eras!
Todos los días, y, cómo un ejercicio
que esto fuera, lo practico:
converso contigo, y hasta te explico
razones, esperando tu juicio.
¿Será que aún me hallo cuerdo?...
tú has cambiado mucho, y aún te he visto,
con más años cargada; y hasta hijos,
que aunque no míos: ¡eran tu destino!
Yo no logré amar a otra mujer
y, aunque después de ti he tenido varias,
he aprendido que es cosa necesaria,
que para amar: ¡también hay que querer!
Yo quiero amarte a ti, todos lo saben,
tú lo sabes, y yo también lo sé;
así que lo hago, por más que esto me enferma,
y a mi manera: ¡te tengo, ya lo ves!
Ésa que eras cuando conmigo estabas,
y que dejaste con el tiempo de ser,
conmigo habla, en casa se pasea,
quedó conmigo, y cuando tú te fuiste,
te fuiste otra, pero ella no se fue.
Ella me amaba, y muy feliz me daba
su cuerpo y alma, y me era fiel;
era alegre, no estaba arrugada,
joven y hermosa, y toda una mujer.
Nunca se fue, no podría hacerlo,
la amé con fuerzas, todo se lo di;
eres distinta persona, tú, ahora:
cuándo saludas, ¡pasando junto a mí!
Tú estás conmigo, se fue sólo tu cuerpo;
abandonarme, jamás has de poder;
y mientras tenga mi mente tu recuerdo:
mi esposa eres, mi amante, ¡mi mujer!