—Querido maestro, tú crees que estamos haciendo los esfuerzos necesarios para comprender qué somos en realidad?
—Sin duda, amados discípulos, siento que ese esfuerzo logrará el buen resultado hacia todos.
—Entonces —complementó el discípulo—: sientes alegría y orgullo de ello?
—Por qué habría de sentir una cosa u otra? —preguntó el maestro.
—Quizás porque eso pudiera animarnos más si lo supiéramos? —dijo un discípulo con el apoyo expresivo de los demás.
—De acuerdo! Entonces, con ese razonamiento, si sintiera tristeza y decepción os desanimaríais, es eso cierto?
Los discípulos, que no esperaban tal desarrollo de la cuestión, permanecieron callados, mientras el maestro prosiguió:
«La alegría o tristeza que pueda sentir, será interior, y por cada uno, y no por creer haber sido, uno mismo, el medio de ella propia. El logro y la verdadera alegría se sienten en uno mismo, al comprobar que, a pesar de todas las dificultades, los esfuerzos que has empleado han logrado una especie de satisfacción personal. La expresión mal interpretada de esa alegría puede generar orgullo, y eso es Ego.
«No puedo sentir orgullo, porque requiere valoración personal de un logro proprio o ajeno, exaltando cualquier clase de merito y creando la idea de superioridad. En la misma línea, la decepción te aleja también de la realidad, porque es valoración —Ego de la misma forma.
—Recordad: Si quieres buscar el verdadero reflejo de lo que sientes, solo debes mirar a tu interior, el que siempre es fiel a ti mismo.