No se separe de mis estigmas,
ni de las notas acústicas que se riegan por su vida,
sea interminable en cada hito entre el corazón y mi canto,
como se estanca su bandera, anunciando libertad, cuando le amo tanto.
No demore tanto en volver a darme un beso,
pues el alma se me seca si no se refresca en su boca,
sueñe despierta, acostada sobre las alas de una paloma,
luego; tome constancia de mis actos, sobretodo cuando sólo son suyos
y dé prioridad a la esperanza, que siempre se esconde en la oportunidad.
Tenga como propósito elevar el alma hacia lo desconocido,
que le aseguro, se juntará con todo lo que emana del amor mío,
insista, una vez más, en recrear los cuentos de la luna,
que le aseguro descubrirá que es mi única fortuna.
Luego descifre los enigmas del sentimiento completo, disipando el hastío,
mientras desnuda su verdad oculta en los siete secretos,
por más que se llene de nostalgia siga la ruta que llevan las aves sin nido,
pues allá la estaré esperando, sembrándole un nuevo camino.
Ricardo Felipe
Un soñador sin mucha estirpe