María

En difinitiva, nada...

Sola, frente a la estridencia del mundo me sumerjo en mí misma y encuentro a mi alma. Mente y corazón dispuestos  a un diálogo abierto. Conciencia y entidad en un marco que sólo acepta verdades. Mi razón le pide a mi alma un receso. El espíritu contesta que esa pausa podría congelarla. Y comienza cierta distancia.  La conciencia insiste, pero las entrañas, definitorias, explicitan que hay razones para demorar el tiempo. En ciertas ocasiones tomaríamos una suposición como algo grave. Pero hoy, ebria de tristezas estoy deseando saber “mil por qué”. Y me parece muy injusto que el alma me niegue respuestas y  no me guíe por un camino de introspección…