Juan Senda

***COMO LA SOMBRA QUE VAGA***

COMO LA SOMBRA QUE VAGA

 

Era una casa de piedra

solariega y reforzada,

catorce abetos tenía

un negro portal de rejas

primera y segunda entrada,

en la que despacio y sin luz

como la sombra que vaga,

ingresé para ganarme la baza

una vela iluminé, a un aposento llegué.

 

Cerrado con diez cortinas,

todas ellas embrujadas

dentro del caserón

en una mesa muy larga,

había seis candelabros

de fina plata forjados,

cuatro bandejas había

y ensaladeras sin tapa,

y cien cubiertos brillantes

en otra sala escondida

que apenas iluminaba,

aquella lucerna pequeña

que la casa me enseñaba.

 

Al dar tres pasos al frente

al lado de una ventana,

se hallaba una vitrina

con dos cabezas humanas,

en dos bandejas de vidrio

como vivas, disecadas.

que los cínicos cortaron

aquellos veinte asesinos

con sus afiladas espadas.

 

Pero lo más sorprendente,

y aquí me quedé sin habla

al ver las copas con sangre,

y sobre la sangre una cara

copa a copa fui mirando

a ver que rostros hallaba,

entre los blancos y rojos

de los que allí traspasaran,

con quince sables de oro

y cinco largas espadas.

 

Todos eran campesinos

que en la mesa dictaran,

mas de las copas presentes

de las que allí se encontraban,

eran de los veinte asesinos

que dejaron de tomarlas.

  

Al lado de tantas copas

de botellas y garrafas,

me espantaron tantos ojos

y tantas humildes almas,

que penaban en botellas

y en las azules garrafas.

 

Tenían cara de hombres

con patas de salamandras,

y ojos como las moscas,

que al mirarlos te espantaban

las traidoras y alcahuetes,

prostitutas y borrachas,

al meterlas en botellas

y en las ocultas garrafas

enfermaran de ictericia

y de la rabia canina.

 

Al apagarse la vela

de la diminuta llama,

de las botellas brotaban

miles y miles de almas

y otros espíritus vivos,

de mujeres fusiladas,

que venían por la noche

a beber saliva de araña.

 

Aquello era un refugio

de tantas extrañas almas,

posada de los espíritus

que solitarios vagaban

un vil lugar de sentencias,

de espíritus que incorporan,

en la mente de los hombres

y por todas sus entrañas,

con desatinos macabros.