Darío Ernesto

La dama de hierro



Heraldo en la mañana del descanso, rompiendo el inmóvil cetro
te llevaron en andas, agonizante, moribunda
te repudiaron, salivaron, tu bandera que ahorcó la soberbia
En la mentes inmaduras

¡Oh dama de invencible mirada, por encima de los hombros!
siendo una débil alma,
... lloraste en los rincones.
A tus soldados centenares muertos he visto, con un himno cantado con disfonías.

Como mueren las margaritas marchitas en el mercado
en tus patios sonaban, golpeando tu inconsciencia
Fusilando la sapiencia de tus locuras
y en tus sueños fuiste inspiración de los francotiradores,
la muerte vino a buscarte, la llamaste cansada de días
arrastrándote como serpiente, maldita con la vejez y condena.

Los barcos harán disparos; En tus palomas heridas en sus vientres
con rostros descompuestos, olores últimos
fueron removidos, los huesos nauseabundos
amasijo de carne, polvo eres.
Esparcidas tus cenizas como deseaste, por que intuías
Que ya el hacha yacía en tus viejas raíces

La expiración en el portal de tu ser florecía
De tu última primavera a sabiendas que sería la última.
Te llevas tus manos frías y tiesas, tus joyas, manos de hielos continentales.
Con tu sueño profundo que imploraste
redimirás la sangre de los inocentes niños que dejaste en las islas
lavaras la sangre inútilmente desgarrada.
Las madres que imploraron justicia
el destino hizo caso, a tanto océano de lágrimas
lloran los bardos y los relame botas
Los obsecuentes profieren endechas
ignorados ahora, pues en vida nada aportaste a la luz del mundo
Muertos que nada saben, nada tributan.
A la paz del mundo,

Abril 2 de 2013 Argentina