Si la uña encarnada del mundo
se cortase a desinterés
dejaría huellas en el asfalto,
un corte confuso de vientos
gélidos e implacable.
La infección quedaría aquí,
avanzaría la apatía como común,
es cierto, lo haría feroz
como la gripe española
en la travesía de la inhumanidad.
Las guerras aun no cesan,
cargamos cadenas invisibles
hechas de tratados y leyes
invisibles... O no tanto.
El problema es que afecta
a los pollinos de nuestra sociedad,
no al grande y desinteresado.