Te conocí cuando se caía a pedazos
todo lo edificado.
Quise laborar de maestro,
pintor, inventor
alzar sobre la rumba de bifurcaciones
un furioso murallón
de hormigón, pero
el jarrón cayó sin explicación,
no de altura sino de ilusiones,
Pinte con mi rabia, vomitando
las puertas semi-abiertas,
odiando, al mundo odiando,
siempre, recordando
con tu brillo en el horizonte
quizás en el desierto del norte,
con lagrimas barría tu rastro,
pero ya esta,
solo soy un hombre.
Y a veces un revólver,
da más calor que una rosa
una soga trae más esperanza
que tu lejanía,
tu indiferencia ha creado esta plaga,
que no descansa derrumbando mis sueños,
no se contenta con ellos,
escapa violento,
al viento bacteriano común.
Pero ya esta,
solo soy un hombre.
No alcanza con las cascadas
que te he dedicado,
en la línea del olvido
hago equilibrio,
esperando la ventisca
con el silbido de tu nombre.
Devuélvete a este torrente,
a este ordenamiento
te lo ordeno, como tu nada,
como tu odio,
te lo ordeno desde las huellas
que dejas cuando caminas
desde la basura que arrojas sin mirar,
te lo ordeno desde aquí abajo,
desde la luna
cuando aun no existía a quien amargar.
Y con esto me despido,
surtido es el vaivén
quien sabe con quién
te sientes en el siguiente tren
fiel a la reacción de mi piel,
sabiendo que no soy el,
no hay mas que hacer,
dejar escapar esta bala de papel
en mi cien.