Me abrigo en mis pensamientos, comienzo a sumergirme en un embriagante mar de irrealidades, desciendo hasta lo más profundo, me he desaparecido de cualquier radar, estoy perdido. En una cueva oscura y caliginosa encuentro por fin a ese ser con el que debo toparme; ese ser… perfecto, el idóneo, espíritu sin nombre. Danza a mí alrededor, amándome, cantando ditirambos para mí, me adora, me ensalza, me distingue de las demás criaturas, me embelesa, corre libre por las tenebrosidades de esta cueva, se sumerge en el agua y emerge glorioso, lo he encontrado. He ahí el verdadero y apoteósico sentimiento del amor, se prende una llama en mi ser, soy de ese espíritu estoy a su merced.