Te solía amar cuando me enojaba,
cuando caminaba, y cuando con lluvia mis pies mojaba.
Te solía pensar cuando aburrido estaba,
cuando algo me asombraba, o de ganas me ilusionaba.
Te solía olvidar aveces,
cuando a algo le temía,
cuando por miedo sucumbía,
cuando el odio me invadía.
Pero luego, de pronto, te cruzabas y me tapabas en alegría;
nuestras miradas bailaban, como si por embriagues actuaran.
Por eso solía amarte, porque incluso cuando quería odiarte,
siempre tenias algo con que sorprenderme para no dejarme en desaire.