“Todo ruido me recuerda el pasado” (M.O. Menassa)
En la piel perdida
desnuda como una sombra.
En el crepitar de tu pecho
donde se rompe mi memoria.
En un mar ausente de albas
de estaciones,
de condenados espejos,
y enormes avenidas abiertas de silencio.
En la tarde temida,
que sombría me desordena
en el hundido barco sin tiempo,
donde callo está inalcanzable concesión.
Se apagan los relojes
y sucumbo en esta página no escrita
donde se ampara mi temblor
que como el crujir de la madera
se hace atómico principio.
Abandonada en esta curva, en esta muerte,
violeta invisible,
roca,
ojos con aire de lluvia
errando por la tarde sin orillas.
Una flor negra de esperanza
lleva un viajero incansable
que me atraviesa de puertas,
de afueras,
de tiempo.
De sesgo esta bastardía
me rinde imprevista.
Y ningún ruido de lanzas solidarias
envenenadas
acaban con este fronterizo sentimiento.
Como la baba de la soledad
son, los restos inútiles,
las horas caídas de esta página,
al escribirse.