No puedo yo exigir tu providencia
nï esperar confiado y atrevido,
en aquello que tú no has prometido...
La voluntad no nace de exigencia.
A falta de humildad y de prudencia,
conceda tu bondad lo que no pido,
pues sabes tú mejor lo merecido,
yo veo la apariencia y tú la esencia.
Mientras los dos debemos esperar,
sea la vida en nuestra juventud,
dirigida por tu mano hacia el bien.
Estoy seguro que sin importar
la espera, será el premio a tal virtud,
encontrar respuesta al cuándo y al quién.