Cuanta belleza recorre mi selva, y la inocencia de mi gente,
El alimento del día, buscamos con nuestras manos
Cazando, con nuestras lanzas,
Y en el río, pescamos peces nuestros, Las Truchas,
El aire caliente, y el color, ocre de nuestra piel
Y nuestros hijos juegan inocentes,
Con la pureza de la tierra virgen.
¡Cuánto lamento y dolor, Llegaron a nuestra gente!,
Nuestros corazones, frustrados, invadidos
Por la bajas Ambiciones, de los Hombres
Destrozando nuestro hogar y
Hemos sido echados fuera, de nuestros dominios,
Ya no somos el amo de nuestras tierras
Ya no, nos, respectan, nuestra raza, nuestra pureza,
Nuestros hombres, nuestras mujeres, ni nuestros hijos,
Hemos sido Tratados como animales,
Sin poder vivir, ni disfrutar de la naturaleza
Somos indígenas, gente noble,
De pura sangre, humilde, sincero,
No conocían, la maldad del forastero.
Que de nuestras tierras, nos arrancaron,
Causando dolor y sufrimiento, un Mi pueblo,
Ante la impotencia, del poderoso invasor
No me queda más, que mis lágrimas Contener,
¡Impotente! tal ante hastío, codicioso, opresivos
Que mis ojos brotaron en llanto,
Busco la Luz y La Esperanza,
De todo, lo que, se nos, han quitado,
Quedando, grabado,
Diapositiva de Como, en mis pupilas
De mi hermosa tierra virgen
¡Mi paraíso perdido!.
Iven Marino