PRIMER DÍA
QENQO
Pasadizos misteriosos,
nadie sabe si son obra del creador o del hombre,
pero son y fueron espacios
donde las deidades descansaron,
sobre las piedras altares talladas
con maestria,
donde el inca escondió sus secretos.
En lo alto de la montaña
donde el sol besa con pasión las rocas;
donde la niebla cubre amorosa sus lamentos,
los espíritus sagrados, juegan en sus recovecos;
sueñan en sus laberintos
esperando que la vorágine del tiempo
les reencarne en un grito rebelde…
En la esperanza.
El padre sol, ahí descansa
en las noches, esperando un nuevo día.
PUCA PUCARA
(Puca: color rojo; Pucara: Control militar)
En la cima de los andes
donde el viento silba armonioso
y susurra al oído de la roca su canto eterno.
Donde solo se ve:
cielo y sol;
cielo y estrellas.
Allí, el hombre creó fortalezas
que el tiempo no destruyó.
Entre pajonales y niebla
se encuentran puertas y ventanas
de roca unida con esmero,
inexplicablemente unidas.
Las puertas, para que el visitante
entre a buscar en el pasado
las raíces de su origen;
Las ventanas por las que
nos contempla la historia.
Puca Pucara, el tiempo nos vigila.
TAMBOMACHAY
Vigilantes, dos columnas de arboles
Por un camino empinado,
nos conducen a las altas tierras
donde surge…, nadie sabe de donde
abriéndose paso entre los canales
construidos hábilmente
con grandes ingenieros:
tres vertientes inagotables de agua sagrada
de un caudal perfectamente sincronizado.
¿De dónde nacen estas aguas?
El pajonal lo sabe y lo calla
La piedra lo sabe y recibe su murmullo y
Controla su cauce, pero calla.
Quizás sean el rocío de las estrellas
o el llanto de la noche
que la montaña procesa en un ritual cósmico.
¡Tambomachay, lugar de encuentros de sabios!
Tierra, hombre y cosmos en ceremonial unión.
Donde las deidades del día y de la noche
Le enseñaron al inca a ser:
fuerte, audaz, invencible (puma);
prudente y astuto (serpiente);
vencedor de los vientos (cóndor).
El hombre recibe el consejo
y se vuelve sabio, emprendedor, honesto.
Hombre tierra- hombre cosmos-hombre vuelo.
La piedra lo acoge, la tierra lo nutre
el agua sagrada lo baña de sabiduría.
Tambomachay, desde el frío ande
riegas mi espíritu de fe y esperanza.