Ella, es otro espejo del mundo,
es un naufragar sin muerte, sin rumbo.
Mi sexo es la sangre, su cuerpo es el cáliz,
en que la muerte nos bebe de noche.
Ella, cielo encarnizado,
sobre mi torso desnudo,
cundido en aves rapaces,
aliento sadomasoquista,
dolor que bien nos place.
Yo, gladiador al cáncer de su espada,
Cuerpo de mujer/sanguijuela morada.
Y en sus ojos se ven los vestigios de reos,
en aliento de témpanos filosos,
sucumbidos…
que trágica belleza lleva al ceno,
¡qué bellos ojos fríos!