(Homenaje a Pablo Luis Álvarez Denis)
“Duermes. El reloj no atrasa
su latido de metal;
las horas en el portal
están cuidando la casa.”
Cruzo la puerta temblando,
se descubre mi camino;
el desvelo del felino
tensa mis piernas, rozando.
Vuelvo al sigilo tratando
de no despertar la casa.
La luna se asoma y pasa;
mi beso escala silente
los peldaños de tu frente.
Duermes. El reloj no atrasa.
El ventilador me adula
soplando fresco en la piel.
¿Huyes de la muerte cruel?
¿Es la noche quien la anula?
¿Es un reloj quien regula
sobrepases el final?
Siento un aliento de sal
tibio sobre las mejillas;
liberan las manecillas
su latido de metal.
¿Cómo se puede medir
la distancia de un minuto?
El tiempo se agita astuto
y me vuelve a consumir.
No es la sábana un latir,
sólo recuerdo de cal.
¿Acaso soy el virtual?
Me regreso a las estrellas
para contemplar en ellas
las horas en el portal.
Reedito otra vigilia
de angustias por un regreso;
la noche me ofrece un beso
con ilusión de familia.
La expectativa se afilia
a todo ruido que pasa,
en una frecuencia escasa
tienen ecos las aceras;
constelaciones de ojeras
están cuidando la casa.