Contemplando a aquella que está
arrinconada en una esquina de su soledad,
despeinada, mirada perdida
Ojos hinchados.
Sobres sus rodillas, los brazos
Y dentro de ellos su rostro marchito.
La veo y la compadezco,
es que la conozco,
era una de aquellas mujeres
llenas de ilusiones
que amaban la vida, ella reía , ella cantaba
y su cuerpo alegre una danza hacía
había en su alma amor a raudales
había en su pecho palomas inquietas
que escapaba locas
con alas desplegadas
y revoloteaban bajo el firmamento
queriendo ser mensajeras
de ese amor intenso que aquella sentía.
Pero, nunca supo que un viento maligno
se llevó ese vuelo, de amor bajo el cielo.
Nunca supo cómo, se fue al destierro
de ese paraíso en el que vivía.
Su alma divaga sobre las arenas
áridas y crueles
del desamor.
Ahí está, arrumada, vencida,
dolida… perdida….