Hoy con la mirada torva
y la sonrisa de revez,
se ve el destino añejo,
gris, implacable, gris.
Se desplaza un oscuro tono
que va tiñendo los recuerdos,
mientras me fumo un suspiro
que dejaste en el colchón.
Cenizas de fuegos
que ya no encienden más
se pierden en un soplido
de un viento sin paz.
Rosas de papel crepe
sembradas en el jardin,
reciben lluvias de destino
que marchitan su voluntad.
El whisky brinda
con mi cuerpo vacío,
y el oscuro no se va,
ni este cigarro asesino.