En el alba miré al cielo,
y vi a Venus en un lucero,
su luz brillaba como tus ojos…
tus ojos negros cuando me miran
y me sonríes con tus pupilas
en las que se reflejan los míos
felices por amarnos.
Luego… en la mañana vi el mar,
calmado como tu rostro amable,
relucía con la luz del sol,
era cristalino como tu sonrisa…
con ese paisaje ante mis ojos,
sonreí contento, cual orate.
Ya por la tarde, en el ocaso,
el sol se veía inmenso,
era un gigante anaranjado
que parecía unirse con el mar,
como nuestros cuerpos amándose…
y ante mis ojos vi el lucero,
el mismo, Venus, el del alba,
y se juntaron los tres:
Lucero, mar y sol;
eras tú, que todo el tiempo
estuviste a mi lado.