Cuentan que una vez
un señor francés
se perdió en Francia
y con su arrogancia
por su elegancia
se volvió japonés.
Otro ciudadano
de origen italiano
se perdió en Italia
y cegado por la rabia
en forma incendiaria
se volvió ucraniano.
Un brasileño
a pesar de su empeño
se perdió en Brasil
y para no sucumbir
tuvo que salir
y se volvió hondureño.
Un venezolano
por un gran desgano
se perdió en Venezuela
y aunque a muchos les duela
afiló sus espuelas
y se volvió australiano.
Cuentan que Satanás
a pesar de lo audaz
se perdió en el infierno
y como es eterno
huyó de sus predios
y acabó con la paz.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela