Ahora todo es diferente, porque ya no estás…
Y la vida sigue: Con sus rutinas diarias, sin más cambios,
Y sin más vientos que borren el camino de tus besos,
Éramos pasión en remolinos de deseos y de abrazos
De ser dos pasamos a ser uno, en tardes amarillas.
Cómo recuerdo tus besos míos, con el sol como testigo.
Lloró el árbol que te vio nacer: Y lloró granada….
Por su hijo predilecto: Que nunca poesía volverá a escribir.
Nunca más tus ojos contemplaran la alhambra, tus pasos se callaron,
Y el olvido que no llega, pasa por el río Genil que esta cerca de tu ventana.
Y el manzano que nos vio amarnos y casarnos en noches de luna llena,
se secó y las hojas se hicieron polvo y fue pisado…
Como se pisan los olvidos, de hijos ingratos que no te amaron.
Más no hay vida en tus habitaciones, esta desierto el día, sin ti.
Y Úbeda, busca el rincón de tus recuerdos como maestro,
Y como guía de muchachos que te recordaran, en páginas en blanco
escritas de ti, en el aula de la escuela, o en el canto que dejaste.
(¡Adelante, paladines del mañana!) a tus alumnos.
Hubo pasión en la entrega y nos dimos sin remordimiento
Y nos amamos y cambiamos el tiempo, porque después de ti,
no habrá sombras en los escalones que te llevaban a casa.
Y el recuerdo que dejaste colgado en el perchero, se apolillo
Y las hormigas suben por tu ventana, para visitar tu cama vacía
No hay besos, no hay llamas perdidas y tu poesía no tiene voz.
el viento callo el día de tu nacimiento, y el día de tu muerte lloró.
Extrañando tu mirada, y tu visita y llantos vacíos existenciales
de soledad, en tu diario vivir en la banca del parque,
confidente de tus sueños y testigo de tus lágrimas.
Poemas llenos de ti, en la inspiración de la ausencia de mis besos,
Largas visitas a la heladería de Eva, en Úbeda donde leías el periódico,
Dónde querías que dejara un libro de poemas de los dos.
vacíos de mi mirada, pero lleno de noticias de mi viaje ausente.
Lo que más me dolió de todo esto fue no llegar… a tiempo
A cerrar tus ojos, y besar tus labios míos, siempre míos.
Esa noche me beso la luna, y lloré nubes blancas que acariciaron
mi rostro…Era tu espíritu que se despedía de mí.
Sin saberlo fue la noche más larga de mi vida y la noche que más
Lloré, creo que se llenó el río Genil con mis lágrimas, y esa noche
lloró la Alhambra, haciéndose una con tú espíritu, que se pasea
por Granada. Más mi alma te siente cerca en cada poema de amor,
que te leo, dedicado a mí, Mi siempre amor, nunca te olvidaré.
Alicia Pérez Hernández
-No es la pluma la que escribe es el alma-