Ayer cogí mis maletas y partí
con una miga de pan en el bolsillo,
caminé un corto trecho;
mas al ver la agreste pendiente,
mis huesos flaquearon,
y me dejé rodar cuesta abajo.
Hoy lucho con uñas y dientes
para no naufragar en el fango.
La muerte, la muerte a dos pasos
como perro rastrero va oliendo mis huellas.
El zumbido de un mosquito me rompe los tímpanos;
el sol, como lanza, traspasa mi costado
y en alas de una ilusión intento volar;
me elevo caigo, vuelvo a volar y caigo,
y en la penumbra de un espejismo veo
que un remolino juega con mis despojos.
Eugenio Sánchez