Anita Silva

EL OLVIDO Y LAS MAGNOLIAS.

A Gad, con amor.


Ojalá el olvido se detenga en el camino,
que el tiempo sea sombra sin rostro
y que el puente que hoy nos une
la creciente del río no derrumbe.

Que mis ojos alcancen
los amaneceres que guardan
las ventanas de su otoño,
y que mis manos atrapen el boleto
con destino al país de sus besos.

Ojalá el olvido llegue
en el último parpadeo del horizonte,
que el tiempo sea un sueño efímero
postrado al pie de la alcoba.

Que mis brazos sostengan el diluvio
para hacer con ello un ramo de magnolias,
que mis oídos sean sordos al viento engreído
y que mi boca aguarde esta sed
de querer beber su cuerpo.

Ojalá el olvido se detenga en el camino
y mis ojos alcancen los amaneceres
que guardan las ventanas de su otoño.

(Anita Silva)