Con tu mirada transmites esa belleza olvidada
que se oculta y se posa en los rincones del alma.
Tus pasos tenues hacen sonar la esperanza,
que repica y aletea como lluvia en la mañana.
Tu voz, siempre emotiva y serena,
pone un toque de armonía en los ecos de la tierra.
Tus maneras me recuerdan la fruta ya madurada,
y la espiga que promete ser el trigo de tu casa.
Tu sonrisa, tu alegría, es eco en los corazones
que recibe todo aquél que se acerca a tu presencia.
Ruego que el tiempo no borre la cualidad de tu esencia,
y ve repartiendo amor, tan necesario en la tierra.