Al bravo Duero que por iberia fluye
hoy pretendo dedicar esta semblanza
junto al afluente de Burgos, el Alanza,
por donde atraviesa y observando huye.
Del Arlanzón sacia su sed y distribuye
generoso a otro solícito Pisuerga
para que Valladolid que es quien le alberga
alardée del caudal del rio en su urbe.
Del Duero acaba lamiendo la ribera,
con el Canal de Castilla complaciente,
antes de arribar al cauce que le espera.
¡que enseñanza más notable y más señera!
son los ríos solidarios con la gente
¡qué mezquinos los humanos pareciera!