Andrés Mª

AÑORANZA - (Un poema de mi padre)

Por la margen del Jiloca,

donde te vieron mis ojos,

siempre hemos vagado juntos

a la orilla de los chopos,

a cuyos pies, verde alfombra,

nos brindó muelle reposo

y en ella los dos sentados,

reclinados hombro en hombro,

te hablaba mi corazón

con su latir amoroso;

mis manos entre las tuyas

y mis ojos en tus ojos

me daban dicha inefable,

arrullando a mi tesoro,

hasta que Febo en ocaso

ocultando ya su rostro

y las nubes con sus rayos

las teñía de oro y rojo,

nos dirigíamos al pueblo,

caminando perezosos,

continuando nuestro idilio

al lado de aquellos olmos,

que con sus grandes ramas besan

la mansión de quien adoro.

¡Casta Luna!,

¡recios olmos!,

mis testigos

envidiosos

de las noches que aún añoro,

rendid ya

vuestro enojo

por la ausencia

de nosotros.

Fue el destino

doloroso

quien quitó

uno del otro;

nuestro nido

quedó roto

y cual pájaros

que del tronco

lleva el viento

con su soplo

ya volamos

sin reposo

por los sitios

más ignotos.

José Mª Contel

San Miguel de Los Reyes, 17 de agosto de 1.938