srakkin

Ojos cerrados

La corteza se adormece
con el tacto fino y pesado del cansancio
que no alcanza a penetrar hasta la medula,
corre despistado por su borde
casi mofándose del deseo pueril de dormir.

Fallecer un poco más, adentro,
para quedarse sin latido  súbito,
para quedarse no eternamente la muerte
para descansarme la vida, solo un poco.

Una pisca de existencia pido
para no rasgarle solamente las puertas
al descanso eterno, no añorarlas
por una eternidad,
si no los goteos simples de las nubes.

No una lluvia, no un aluvión,
solo unas humildes gotas de muerte.