Es tan bello el esquema de tu cuerpo;
la larga suma de virtudes
y adornos que lo cargan.
Te ves tan linda cuando el sol te toca.
Te ves tan linda cuando el viento besa tu pelo.
Te ves tan linda, así, sencilla, sin tanto adorno,
sin más que tu naturaleza hermosa para
forjar la linea de tu cuerpo.
Eres la cuna de los gestos que acompañan
a la alegría y el hedone.
Y tú me ves y no miras.
No hallas en estos ojos la mirada que grita
y grita nuevamente, una y otra vez, que te quiere.
Te lo repito en un parpadeo,
cuando de reojo contemplo tu cuerpo brillante
y me inundo de este deseo vivo por combinarte a mi alma
para ir por ahí, presumiendo que nos queremos
como cuando la flor expande sus pétalos en primavera.
Que sea este cariño los pétalos que se exponen
en cada mañana de marzo.
Que tus besos y mis besos se unan en un beso único
como olvidando que nacen de labios ajenos,
como si, realmente, su origen
no fuera ni tu boca ni la mia.
Que parezca, amor, que ese beso nace del cariño.
Que crece dentro de ti y que lo guardo en mi pecho.
Ya, después, que no sea solo apariencia
para que podamos decir que ese beso
brota dentro de ti y que florece en mi pecho.