Tanta humildad en sus ojos.
Tanta bondad en su gesto.
Tanto calor y sosiego
para brindarse a los fieles.
Tanta paz que me conmueve
y labra corazones nuevos.
Tan cordial y tan dispuesto
al llegar con su palabra.
Su sonrisa es la alabanza,
regalo de Dios, al hombre.
Es su amor el que se impone
a fuerza de afecto y calma.
Por él, la fe a mi alma,
vuelve de las grises sinrazones.
© ESCRITOR INGEL LAZARET