¿Si me preguntan por él que he de responder?
Yo no sé quién es ése que muchos llevan por compañero.
Se dé uno que es eterno, pero es tan supremo que es distinto al de aquellos dos, tres o cuatro.
Él, en cambio, nada tiene de sensato, solo dura por un rato.
Se extiende hasta más no poder, sólo en ocasiones;
otras veces se apresura a destruir, cansando a muchos de siempre el mismo espectáculo.
Se viste de rojo intenso, o violeta metálico, pero acaba en negro grisáceo produciendo, al mirarlo, aversión.
Invariablemente su misma cara muestra, su real apariencia al final de una falsa faceta.
Ya no sabe qué decir, pero con lo que dice termina por convencer; todos le creen.
Ni una palabra más, no necesita de avisos ni reflexión,
hace todo lo que quiere hacer y gana cuando queda solo, logrando buscar una nueva pareja a quien convencer.
Él es verosímil sin tanto que decir, solo mira directo a los ojos y crea un retrato de siempre eterno.
Nada se le puede inhibir, hace lo que a ganas suyas quiere y resulta que a todos hace daño,
aunque a contrario de eso recibe el nombre de Inocuo.
Qué intrínseca se hace su estadía, una permanencia fortuita para muchos; difícilmente casual entre pocos.
Se toma tiempo para ser anhelado, nombrado, esperado.
Su tardanza se hace eterna y cuando llega dura tan poco, haciéndose inefable su lejanía,
¿por qué irse luego de ser tan codiciado, después de hacer feliz a tantos?
No es más que un legendario caballero, mítico guerrero con nombre incoherente,
de bélico y educado no tiene nada.
Sólo huellas de amargura deja, un infiel e ingrato seglar, sentimiento terrenal que todo lo tiene de especial,
hasta que fugazmente se va; a veces con anticipación, otras sin previo aviso.
¿Qué otro apelativo le puedo asignar para que su fama decline un nivel más bajo?
Utópico. Imaginario camarada, ilusorio propagandista. Portavoz de lo bueno, el que puede hacernos dichosos.
Imberbe progenitor, de experto no tiene más que el causante del daño ajeno.
Anuncia las más bizarras palabras sin miedo a que lo azoten por sus vastas calumnias.
A regañadientes se queja el mundo cegado
sin ver que es el amor la única causa de que tú y yo estemos solos.