Contempla el enamorado a su hermosa desposada
Y le dice con gran admiración:
-¿Tanto es lo que me amas prenda mía
Que mi presencia te causa tanta emoción?
-¿Por qué me preguntas cosa sin igual
amor de mis amores es que no sabes de mi amor?
-Sí, mi dulce esposa, sé que me guardas mucho fervor
Pero… ¿es tanto para que tus bellos ojos pestañeen sin control?
¿Para qué lagrimeen perlas tan bellas que me inundan de pasión?
¿Para qué esos luceros míos te hagan chiribitas a tremenda revolución?
-¡Oh mi bien amado! siento desilusionar a tan noble corazón
Mis ojos lagrimean por un fatal resquemor.
Las chiribitas de tus luceros son causa de las máculas
que me producen estrellitas de variado color.
Y el pestañear de mis pestañas me protege del excesivo resplandor
Que me produce la claridad que penetra por el balcón.
Cabizbajo el caballero siente turbación
Pues las chiribitas de su amada
No eran una llamada de pasión.
Autora: Luisa Lestón Celorio