¿Habrá algo más sublime en el mundo
que venerar la fervorosa flama del amor
que frenético está fusionado en ti?
¡Oh glorioso amor eres mi adoración!
Tú eres el hada de mis bosques,
nadie como tú me había entregado
el manantial a mi sedienta boca
de tus fuentes locas y hechiceras.
Solo tú, alma celeste de mis lunas
astros verdes de mis albas pardas
enciendes mi pálido y perdido sueño
en el infinito delirio de este amor hallado.
Tú ¡Oh bella flor! perfume de mis esencias
cuánto me reconfortas con tus delirios
con tus besos, tus manos de zafiro,
y esas lisonjas tibias en el viento alegre.
Eres aquel susurro en la voz del río
la piedra angular de mi ánima consumida
que revive en la corriente de tus besos
y en los bucles de tu sedoso cabello.
Eres mi boca, mi sueño y las olas de espuma
que cabalgando vienen entre mis venas
y el dulce valle de amapolas negras,
¡Oh locura mía! dame de tus rocíos mágicos.
Embelésame en los palomares de tus ojos
calandria mía, dame de tus celestes cantos
la gloriosa melodía para mitigar mi llanto
y el dolor que mora allá en la infinita lejanía.
Diana mía, cazadora de mis bosques
ven a ocupar mi trono que vacío esta
el aposento santo que por tu amor espera
y solo por ti, altar de mis suspiros y mis iris.
¡Oh, golondrina mía! rosa cándida
de mis renacimientos fascinantes
sigue mi destino que por tu amor fulgura
quiero conducirte a los elevados cielos.
No quiero que pierdas mis estrellas
que por tu quimérico amor chispean
para llevarte en el carruaje glorioso
como el santo Elías a la vida eterna.