(HOMENAJE A ALFREDO ALCÓN)
De repente soñé
cómo se cerraban las puertas
y el intelecto moría.
Entre palabras que el saber pronunciaba
soñé al gran trovador
que en aquel escenario decía:
(“¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde”(…)
y a las cinco de la tarde
fue entregando su alma,
en aquel escenario fortuito
que le había consignado la vida.
Y al cerrarse las puertas
también los colores se disiparon,
fueron los matices del alma
que entre luces y estampas
se lanzaron al viento
como luciérnagas encantadas.
CARLOS A. BADARACCO
11/4/14
(DERECHOS RESERVADOS)