Ya hacen las puertas abiertas y agrietadas del barcón. Mientras las campanas rechillan en su espesura, a donde vas si el dolor es ausencia y la tarde se hace fría.
Ahora el presente es igual para todos, por si acaso no son solo los ciegos los que viven en tinieblas.
Como es que tanta fruta fresca cae de un árbol y su semilla renace, como es que brotan de mi testa cientos de prosa cantadas como en un vertedero, que van en procesión.
Mil cruces de mi tierra fría, van en pos mientras en un arsenal nacen en oleos cada pincelada de frescas imágenes, donde queda inmortalizada aquel amor y rostro de dolor.
Con una corona en su frente se pierde de vista al vértigo de la inocencia, viaja a pasos firmes y se esconde en la ingratitud del ser cautivada por su presente, cuando puede mantenerse viva y el vago recuerdo de una pasión encontrada en su alma, va hasta la memoria que ya no acepta la realidad.
Luigy