De niño...
Los veo hablando, con la sangre tibia,
de hoteles, Petrobras, playa y mojito.
Pero yo, señor mío, voy justito,
y el Líder de lo Común no me alivia
ni el silencio ni el llanto ni la rabia
por la partida de mi papaíto,
en busca de un futuro más bonito
que diseñó una -mala- mente sabia.
Pero al decirlo he de bajar el tono
¡por si se halla ojo avizor nuestro alcaide!
Y, aunque no tenga corona ni trono,
estas míseras palabras nos pide:
- Sea bienvenido a Cuba, patrono,
¡ah! y de la limosna no se olvide.