Florencia no toma conciencia,
y jamás ha aceptado
que su adorable adolescencia
hace años ha terminado.
Florencia se niega a decir su edad;
ella odia el paso del tiempo,
por eso vive su eterna pubertad.
Por las tardes,
Florencia juega con su querida muñeca,
pero cuando comienza la noche,
se maquilla y se va a bailar
a una divertida discoteca.
Florencia es demasiado enamoradiza;
todavía espera a su ideal novio,
pero no se desespera,
pues para ella es obvio
que cuando crezca
su verdadero amor aparezca.
Florencia ama los vestidos y la moda,
y en su ropero ya no tiene lugar
para acomodar y guardar las botas que mañana se quiere comprar.
Es muy raro que Florencia
llore y esté triste.
Esto ocurre raras veces.
Pero cuando se deprime,
se viste como una dulce ñina de trece.
Para Florencia
ya habrá tiempo para madurar
y sentar cabeza.
Por eso pensar en crecer le da muchísima tristeza,
y comienza a dudar de su belleza.
¡Florencia eres una mujer inteligente!
¡Date cuenta que ya no eres una adolescente!
Florencia deslumbra con su inocente presencia
a sus jovenes amigos,
que son testigos
de sus graciosas y alocadas ocurrencias.
Florencia no toma conciencia,
y jamas ha aceptado
que su entrañable adolescencia
hace años se ha marchado.