La apacible noche
Menguo el dolor
Aplacó a la fiera
Y sometio al hombre.
El corazon desacelero su andar...
Cada vez mas lento
Cada vez mas tranquilo.
No se oian ruidos
Ni el latido corazón
Ni su jadeante respiración.
Cayó en un letargo presa de morfeo
Quien lo hizo suyo.
Su alma estaba contrariada
Y su razón delirante
No le quedo mas que entregarse al abominable infujo del ensueño.
Vio su cuerpo pálido y frio sobre la cama,
Vio sus mejillas lívidas y sus labios partidos
Como los casquetes polares en verano.
Sucumbió presa de la desesperación,
Pues no era dueño de si mismo.
Se vio fraccionado en miles de espejos
-a manera de fractal se vio en el fondo, del fondo, del fondo del cristal-
Emanaba sangre de su piel nieve
Una marea roja se deslizaba sobre sus pies.
Se arrancó la piel
Se desvistio de su carne
Se desligo de los huesos pálidos y amarillentos
Rompio sus musculos y sus tendones
Halo sus órganos
Y cuando tuvo su corazón en la mano, aun en un leve movimiento, lo apreto firmemente hasta desangrarlo,
Salio negro ese líquido que le bañaba las entrañas,
Quizá por la putrefacción, quiza por la rabia.
Se deshizo de cualquier manifestación corporea de si mismo.
Quedó solo,
solo su alma traslucida como una sombra en el espejo.
Ya no era el hijo pródigo de la carne
Ni del mecanisismo,
No respondía a estimulos,
Era pues un alma que vagaba en las eternidades.
El tiempo se le hizo infame y desdeñoso,
Ya no se recordaba
Su cuerpo livido de manos grandes
Famelica estructura y ojos cafés.
Ya no sentia nada
Ni pudor, ni dolor, ni lagrimas
Ni estremecimiento, ni vacuidad
Ni banalismo, ni putrefacción
Ni ignominia, ni vergüenza.
Le parecio una eternidad su corta vida
No era consiente del tiempo,
Se habia perdido en instantes del pasado
Su carcel era la reminesecia
Su condena la memoria.
Todo pasada, todo corría
y el seguia inmovil en el mismo espejo
Del mismo recuerdo,
Del mismo corazón,
Del mismo beso.