A un padre:
A mi padre Hubo días que rocé la locura y otros la muerte. Hubo días que me hundí sin fe en las subversivas sombras del futuro como el verano en nuestra piel. Hubo días sin sol y cansada de madrugar le fui haciendo pliegues a las excusas del turbio y avaro silencio. En las pequeñas historias exhausta quedaba. En los mutis sin telón derramé amaneceres, esquivando la traición que late en silencio y que ancho en la distancia se hizo golpe. Porque hubo días que mis manos ausentes, fueron peldaños de algún veneno. Hoy sólo pido versos. Para nombrarte.