“Azabache” le llaman todos, porque es un niño negro
Dos lunas, en noche oscura, parecen, sus ojos bellos,
En su boca, la sonrisa, que tienen siempre los buenos,
“Para servir estoy yo”, dice, con modales tiernos
Es amigo de sus pares, del cura y de los abuelos
Del que trabaja la tierra y los señores del pueblo,
Porque tiene en su pecho, un pedacito de cielo,
Y repartir el amor, es su mayor anhelo
Nadie sabe quien es él. Advirtieron su presencia,
Cuando lo hallaron perdido, en la puerta de una iglesia
Y con la pena de todos, le prestaron el hogar,
Y algunas de las cosas que pudo necesitar
Y así creció este niño, “de prestado” y sin cariño
Sin la madre que le cante, para llamar el sueño,
Sin regalo de los reyes, que de un tren, lo haga dueño
Sin un padre que lo abrace, si lo asusta la tormenta
Sin un globo que revienta, porque es su cumpleaños
Sin perro, que lo defienda, si alguien le hace daño.
Sin poder imaginar que juega con el viento
Andando por la pradera, en caballo de trote lento
Pero “Azabache” es feliz, porque servir es su ansia,
Ayuda a los demás y lo hace con prestancia
Y así anda el negrito, cumpliendo con requisitos
“Uno manda por aquí, otro manda por allá”
Una noche decidido, pide hablar con Jesucristo
Y le dice despacito “creo que ya estoy listo
Para tener un amigo, de esos que son para siempre.
No le importe mi color y me trate con amor.
Aunque me veas pequeño, pondré mi mayor empeño.
Si quisieras serlo tú, prometo no defraudarte,
Porque sé que en tu vida, los niños son estandarte
¡Que tú seas mi amigo, es el mejor de mis sueños!”
“Estoy siempre contigo, mi querido niño negro
Yo no soy solo tu amigo,” -dice Jesús, con cariño-
“Soy el sol que te ilumina, la brisa que te acaricia,
El agua clara que vierte, para calmar tu sed,
Las palomas de la plaza, las flores de un jardín
Soy momentos de dulzura
De amor, de paz y ternura
¡Estaremos, mi negrito, juntos hasta el infinito!”