Me has escuchado, Señor.
Siempre me escuchas.
Siempre me otorgas.
Una vez más, ante ti.
He tenido la inmensa alegría
prevista de antemano
debido a mi Fe en Jesús, tú.
Gracias por concederme
lo que te he pedido.
Te agradezco, amándote.
Mi alma canta la grandeza
que hay en ti.
Estos últimos días
he vivido con la esperanza
que pueda ser realidad
lo que mi Fe creía.
Creo en ti.
Y ante esta creencia,
fortalezco mi espíritu.
Gracias Señor.
Te agradezco, amándote.
Mi corazón reboza de alegría.
He logrado la gran calma
que necesitaba mi alma.
He vivido días de incertidumbre.
De dudas... pero con una
increíble Fe.
He liberado, gracias a ti,
los fantasmas del miedo.
Del gran temor.
Pero siempre pensando
en ti.
Sabía me concederías.
Tengo tranquilidad.
Tengo paz.
Gracias a ti.
¡Cómo no he de amarte, Jesús!
Obtengo los silencios en paz.
Te agradezco, amándote.
¡Cuántas veces me he aferrado
a tus pies, clamando me concedas,
y siempre me has concedido
lo que te he pedido!
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Hugo Emilio Ocanto
Poema de fecha: 14/12/2013